En breve podréis ver el vídeo-anal-isis orientado a sellado de Theros, pero mientras tanto os traigo Elspeth escribe a Ajani, en ella nos habla de varios planos, Theros, Mirrodin, Urborg y Phyrexia, así como de otros tantos caminantes de planos como Koth, Tezzeret, Karn y Venser.
algo especial, una epístola personal que la caminante de planos
Normalmente nos limitamos a jugar pero lo que los de Wizards llaman "el Flavor" es decir, la ambientación, las historias y los personajes están muy cuidados en Magic. Y la verdad es que a mi me ha gustado leer esto, por eso os lo traigo a Magic no Mola.
Es una traducción de un artículo del DailyMtg, así que si sabes inglés te recomiendo que leas el original aquí:
http://www.wizards.com/Magic/Magazine/Article.aspx?x=mtg/daily/ur/263
Sigue leyendo...
Ajani,
Te escribo esta carta sabiendo que nunca vas a leerla. Cuando termine de escribir estas palabras, voy a enrollar el pergamino, lo introduciré en un frasco de cerámica, y lo hundiré en un pantano. Eso es lo que se hace aquí para hablar con los dioses, o por lo menos para enviar tus oraciones a Pharika, que parece ser la diosa de las pociones. Ella es también la diosa del veneno, así que puede que con estas palabras únicamente logre empeorar mi situación. No entiendo este plano de existencia aún. He estado demasiado ocupada tratando de no morir. Pero ya voy mejorando.
Una vez te conté donde obtuve mi espada (en un plano llamado Theros, que es donde estoy ahora. Tenía vagos recuerdos de mi primera visita hace años) en un antiguo bosque con enormes y nudosos olivos, y un vertiginoso precipicio con vistas a una extensión rocosa. Pero al regresar de nuevo a éste plano, lo he hecho en un paisaje muy distinto, un pantano sombrío cerca de la entrada de una cueva. Lo cual fue un golpe de suerte, porque dicha cueva resultó ser un templo de sacerdotes devotos de las serpientes, quienes me han atendido y curado. No son muy amables, pero son eficicaces. Por fortuna, a los sacerdotes no les importa de dónde provengo, ni quieren ningún tipo de compensación por su ayuda. Hoy me han dado éste carboncillo. Sé que quieren que escriba oraciones, rezos... pero ¿cómo puedo hacerlo cuando ni siquiera entiendo la naturaleza de lo divino?
Koth dijo que te vio por segunda vez después de Urborg, pero
nunca me dijo las circunstancias. Espero que no tratases de encontrarme en Mirrodin, y que al menos sepas algo de lo que ha ocurrido. Seguro que sabes que Phyrexia resurgió y engulló el plano metálico (Mirrodin). Así mismo sabes que una joven Mirran llamada Melira nos proporcionó inmunidad natural al contagio Phyrexiano. Tu has caminado entre planos más que yo, por lo que es probable que entiendas dicho contagio mejor que yo.
Koth es... fue... un hombre extraordinario. No sé si sobrevivió. Por lo que sé, fue asesinado de forma insoportablemente brutal. Ya que Koth también es inmune al contagio, para matarle le habrán cortado en pedazos. Los Phyrexianos se especializan en el desmembramiento, y nos prometimos matarnos a nosotros mismos antes de darles la oportunidad de desarmarnos miembro a miembro, estando todavía con vida. Pero yo no estuve con él hasta el final, así que no sé a ciencia cierta si murió o no. Si ha fallecido, ruego que haya sido una muerte rápida.
Hubo un breve tiempo, después de que Karn abandonase, que pensé que la resistencia podría tener una oportunidad. Los pretores estaban peleando entre sí por la supremacía. Pero todos ellos comenzaron a despreciar al infiltrado, Tezzeret.
Vivir en Mirrodin era una enfermedad más allá de las palabras, más allá de la comprensión. Y sin embargo, lo vivimos. Día tras día tras día... hasta que no pudimos ir más allá. Se ha perdido la resistencia. Llegamos al final, a la noche de nuestras posiciones.
Nos separamos de Melira y sus guardianes. No sé si fueron capturados, pero no imagino ninguna forma de que pudiesen haber escapado. Koth y yo nos las arreglamos para infiltrarnos en su catedral-fortaleza, un laberinto de muerte y locura. Tuvimos que cruzar el "Salón del carnicero" para llegar a la cámara secreta, que había sido utilizada para las ejecuciones "especiales" en los días de Karn. Ahora, estaba vacía, salvo por la sangre seca que salpicaba el techo dibujando un dramático patrón hecho de puntos, casi como estrellas en el cielo nocturno.
Lo más importante acerca de la cámara es que estaba por debajo de la nueva sala del trono, y Koth llevaba una bombahechizo. Los Mirrans han tenido bombahechizos desde hace mucho tiempo, pero nunca nadie había construido una tan poderosa. La habíamos modificado usando esquemas de Venser. La idea estaba garabateada en su cuaderno junto con sus planes para construir naves inspiradas en Phyrexia capaces de navegar entre planos. No me odies, pero me alegro de que él muriese antes de que pudiera terminar esa nave.
Ajani, rezo porque nunca veas Phyrexia. Pero imagina una hoja blanca con su esquina sumergida en un cubo de sangre. Es una ley de la naturaleza que se extenderá hasta que no quede nada, excepto una mancha filtrada. Eso es Phyrexia. Dicha última noche, todo había sido infectado por ellos. Habían consumido y necrosado todo hasta que Koth y yo fuimos las últimas formas naturales en ese plano innatural. Al menos esa es la forma en que nosotros lo veíamos.
Nos enteramos de que los pretores se reunían en el salón del trono para seleccionar un nuevo padre o madre de las máquinas. Se suponía que Tezzeret estaría allí también. Pero de haber estado allí, es probable que el resto de los presentes le hubieran decapitado o robado sus partes del cuerpo para alguna gran nueva construcción. No sabíamos si los pretores volverían a estar tan cerca otra vez. Esa era la última oportunidad de hacerles un daño que realmente pudieran sentir.
Sin embargo, yo no podía evitar pensar: ¿Qué queda en este mundo que merezca la pena salvar? Vi a los pretores como los dioses de New Phyrexia. Imagino que es lo que pensaban de sí mismos. "He aquí, la perfección."
Incluso si lo hubiéramos logrado y hubiésemos matado a todos los dioses de New Phyrexia, no habríamos logrado erradicarla por completo. No necesitan líderes para impulsar el genocidio, el genocidio es inherente al propio contagio. Elesh Norn, Sheoldred, Jin-Gitaxias, una cabeza cortada y otra crece en gloriosa perfección. Phyrexia se extenderá, lo sabes tan bien como yo.
¿Sabes lo que Koth dice: "Si no alcanzamos la victoria, lucharé eternamente." Pero esa noche, alcanzamos el fin de la eternidad. Escribir esto me hace sentirme tan cansada... Ajani. Me siento como si cortasen mi garganta con fragmentos de vidrio. Preferiría quedarme ciega si a cambio pudiera olvidar todo lo que he visto. Estaba preparada a morir allí, con Koth, ¿a sacrificarme por un bien mayor? Él estaba dispuesto. Nunca hubo otra opción en su mente. Dondequiera que esté, sea lo que sea en lo que se haya convertido, no hay duda de que es mejor alma que yo.
Los Phyrexianos se concentraron en nosotros, aunque habíamos sellado la puerta. Para ellos era sólo cuestión de tiempo quebrar las defensas que Koth había preparado. El estruendo de las armas contra la pared poseía una cadencia, como si contara los segundos que faltaban para entrar. No sentía gloria, ni deseos de grandeza. Te voy a decir la verdad, yo sólo quería que todo terminase. Estaba herida, muerta de hambre, y los nombres de los muertos de éste mundo y otros mundos eran una carga demasiado pesada. Koth activó la bombahechizo.
"Vete", me dijo.
¿Has notado que el tiempo es divertido? ¿Te has sentido alguna vez el tiempo tan lento hasta el punto de percibir cada segundo como si fueran cuchillos que se clavan en tu piel? Es la verdad del ángel, pero yo no entendía lo que me estaba diciendo. Me gustaría decir que protesté: "No, no, tengo que quedarme y luchar." Algo por el estilo. Pero lo único que hice fue mirarle fijamente, mientras la puerta cedía bajo los intrusos cuyo único e inquebrantable objetivo era desollar la piel de nuestros cuerpos todavía vivos.
"Vete", insistió." Y no regreses por ningún motivo. Cierra éste mundo y tira la llave."
E ir a dónde? "No hay hogar para mí, Koth. No después de esto." No después de todo lo que ha sucedido.
"Puedes encontrar descanso o puedes encontrar otro campo de batalla", Contestó Koth. "Pero no aquí."
¿Te he contado lo que le hizo Koth a Venser? De vuelta en Urborg, cuando vio que Venser estaba construyendo la nave Phyrexiana? Él encerró su cabeza en una roca y le forzó a caminar por los planos hacia Mirrodin.
Ahora era mi turno, pero esta vez me hundió hasta las rodillas en la piedra y me dejó allí. Como si fuera un cartel advirtiendo al mundo de su desaparición forzosa. Y luego levantó un muro entre nosotros para evitar que la bomba hechizo me volara en mil fragmentos. Eso es lo que hace Koth por los demás. Él te plantea una simple elección, como si eso lo hiciera más fácil. Vete o muere.
Sé que me dirías que lo perdonara. Él estaba tratando de salvar mi vida, la cual yo no tenía ningún interés en salvar. Pero lo odio por encerrarme en una jaula con una puerta controlada por otras manos que no eran las mías. Una puerta tras la cual babeaban todas las pesadillas que alguna vez me han acosado en sueños.
Nunca he sido rápida al caminando por los planos. Una vez, me dijiste que poco a poco cada vez sería más fácil y menos doloroso. Pero todavía lo siento como si tuviera que usar un cuchillo metafísico para destrozar mi piel, como preparación a las Eternidades Invisibles. Con las piernas inmovilizadas, me preparaba. Pero antes de irme, tuve que saborear por última vez esa fétida, burla violenta de una civilización. Antes de poder encontrar las fuerzas, el marco de la puerta explotó. Todavía me faltaban segundos para poder irme.
Un Obliterator penetró en la cámara. Una de las creaciones del contagio, una abominación diseñada exclusivamente para matar. Si lo ves desde éste punto de vista retorcido, estas criaturas son perfectas en lo que hacen. Se abalanzó sobre mí con hileras de dientes arrancados de bocas de seres todavía vivos. Múltiples brazos con forma de cuchillas trituraban el aire mientras su cavidad torácica emitía vapores nocivos. Vestía la piel de los muertos y transportaba un legado de vidas aplastadas y rotas.
Con un único paso, estaba sobre mí. Ni siquiera tuve tiempo de levantar mi espada antes de que dos de sus brazos/cuchilla estuviesen profundamente en mi vientre. Me tambaleé hacia atrás y caí al suelo con las piernas todavía encerradas en la piedra. El suelo retumbó bajo mi espalda cuando la bombahechizo de Koth explotó al otro lado del muro que levantó para protegerme, pero no sé cuánta destrucción causó. Por encima de mí en el techo, vi extrañas constelaciones, salpicaduras de sangre que provenían de la violencia y la degradación.
El Obliterator se cernía sobre mí, la cuchilla caía en picado hacia mi cabeza, bloqueando la vista del techo. Así que cerré los ojos, y en la oscuridad de mi mente, las constelaciones de sangre se transformaron en el cielo nocturno de Theros.
Recordé a Heliod, el dios del sol. Lo vi el día que conseguí mi espada. Su forma dominaba el horizonte. Era como un hombre, pero con la esencia de las estrellas. Desesperadamente quería estar en Theros, en los brazos del único plano en el que alguna vez había visto el rostro de Dios.
Mi sangre se precipitó fuera de mí cuando salí de ese mundo de pesadilla. En esa extraña niebla y caos que es la Eternidad Invisible, pensé en lo divino. Tal vez hay algo en los dioses que hace que Theros sea indestructible. Tal vez la presencia divina significa que Theros es un plano que no puede ser destruido o infectado. Tal vez, si hay dioses, nada puede desmoronarse.
Tengo que descubrir lo que los dioses son y lo que quieren. ¿Ellos desean sacrificio? Lealtad? Honor? Hasta que me cure totalmente, estoy en esta especie de limbo que es esta cueva sagrada donde la vida y la muerte parecen coexistir en una extraña armonía. Desde donde yazco, puedo ver el cielo azul de mi nuevo mundo a través de una estrecha grieta en la roca. No hay nada que impida mi salida. Tan pronto como pueda, caminaré y renaceré. Estoy decidida a quedarme aquí hasta que entienda la naturaleza de éste mundo y sus administradores divinos.
Si estuvieras aquí, Ajani, ¿qué me dirías que debo hacer? ¿Debo gritar el nombre de Heliod a los cielos? O no se me permite decir su nombre en absoluto? ¿Debo hacer un sacrificio? Mi espada es la única cosa de valor que poseo que un dios podría codiciar.
¿Qué tal esta oración: Por favor permite la existencia de algo más grande que yo. Mayor que el mal implacable que parece devorar todos los lugares que puedo recordar. Por favor, llévate el dolor, la soledad y los recuerdos que ya no quiero en mi cabeza.
Esto es lo que le diría a Heliod, si alguna vez vuelvo a ver su rostro: Bríndame tranquilidad. Dame paz. Dame descanso por fin.
Entonces, Ajani. Si alguna vez escuchas mi historia, me juzgarías? ¿Me llamarías cobarde por haberme ido, una vez más? Tal vez otros lo harían, pero tu no. Cuando me miras, ves todo lo que podría llegar a ser. Cuando me miro, sólo veo lo que debería haber sido.
Eternamente tuya,
Elspeth...
Saludos,
El Barbas, (en Twitter @sajarov)
No hay comentarios:
Publicar un comentario